”Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto. Estaba echado de espaldas sobre un duro caparazón y, al alzar la cabeza, vio su vientre convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades, sobre el que casi no se aguantaba la colcha, que estaba a punto de escurrirse hasta el suelo. Numerosas patas, penosamente delgadas en comparación con el grosor normal de sus piernas, se agitaban sin concierto” (Kafka, Galiano & Bayal, 2009).
Este párrafo de La metamorfosis, publicado por primera vez en 1915, germinó en la mente inquieta de un insomne. Según numerosos testimonios escritos, la compleja personalidad de Franz Kafka y su tendencia a rumiar pensamientos inquietantes durante las horas de sombra le dejaban completamente indefenso a la hora de enfrentarse a la noche. Esto, sumado a sus inquietudes literarias y a su intolerancia completa al ruido, llevaron al escritor a cambiar sus ciclos de sueño, dedicando las horas oscuras a la escritura y compensando esta actividad con siestas diurnas. Esta perturbación del ritmo circadiano natural daban lugar a alucinaciones visuales, táctiles y auditivas con mucha frecuencia. La ayuda que buscó en la medicina alternativa no fue suficiente para tratar su insomnio. Quizá debamos agradecerle al silencio de la noche el legado que el escritor nacido en Praga nos ha dejado.
Una curiosa visión de los ritmos biológicos propone que el estado natural de los animales es el sueño, y que la vigilia no es más que una pausa que se hace para expresar ciertos comportamientos necesarios para la supervivencia individual y de la especie, como la alimentación o la reproducción. No es difícil imaginar la aceptación que puede tener esta visión del sueño entre aquellas personas para quien la cama es una balsa de aceite que se dirige a un paraíso oculto cada noche. Para otros, por el contrario, la cama se asemeja más a la barca de Caronte, encargado de llevar el alma de los difuntos al inframundo.
Tanto los amigos como los enemigos de la noche comprenden que el sueño es importante. Los insomnes saben muy bien que deben dormir para funcionar, y la dificultad para lograrlo genera en ellos una preocupación que resulta incompatible con la conciliación del sueño. Todos conocemos por experiencia propia los efectos subjetivos de una buena noche de sueño, pero ¿hasta qué punto conocemos los beneficios del sueño?
Funciones del sueño y consecuencias del insomnio
Si tomamos en cuenta los diferentes tipos de actividad cerebral, muscular y ocular que tienen lugar durante el sueño, es posible distinguir cinco estadios diferentes: el estadio I consiste en el adormecimiento o transición de la vigilia al sueño, dura unos minutos y durante esta fase las personas pueden despertar con facilidad; la fase II es característica de un sueño ligero pero el despertar no es tan fácil como durante la fase I; los estadios III y IV, etapas fundamentales de sueño profundo, se caracterizan por la presencia de ondas lentas de actividad neuronal y tienen un gran poder reparador; y la fase REM, caracterizada por una gran actividad cortical, movimientos oculares rápidos y una atonía muscular (el cuerpo está paralizado). La mayoría de los sueños que tenemos ocurren durante la fase REM (Sociedad Española del Sueño, 2016). Por ello, los despertares durante esta fase facilitan el recuerdo de los sueños. Los diferentes estadios se suceden de forma cíclica a lo largo de la noche como se muestra en la Figura 3.
Cada ciclo (estadio I, II, III, IV y REM) tiene una duración aproximada de una hora y media, aunque ésta varía a lo largo de la noche. El sueño reparador (estadios III y IV) está presente sobre todo al principio de la noche. Cuando por alguna razón el sueño se inicia más tarde de lo normal, los primeros ciclos de sueño reparador no aparecen más tarde, sino que se pierden y aquellos que tienen lugar son los correspondientes a la hora en cuestión. Esto explica que las personas insomnes que tardan en conciliar el sueño tengan un rendimiento físico y cognitivo inferior el día posterior a una noche en vela.
Las funciones del sueño REM no son del todo conocidas. Esta etapa del sueño no tiene lugar en los animales de sangre fría, por lo que una de las hipótesis es que el sueño REM podría relacionarse con la regulación de la temperatura (termorregulación). Asimismo, el sueño REM de los recién nacidos se ve acompañado de determinados movimientos faciales (a pesar de la atonía muscular general que caracteriza esta fase en adultos) que se asemejan a las muecas que utilizamos para expresar las emociones básicas (alegría, tristeza, miedo, sorpresa, ira, asco). Por ello, se ha planteado la hipótesis de que el sueño REM podría servir como preparación de la musculatura facial para la expresión de dichas emociones. En esta linea, se ha observado que el sueño REM ocupa la mitad del sueño total de los bebés y su presencia va decreciendo con la edad. Esto resulta coherente con la idea de que el sueño REM supone una parte fundamental en el desarrollo. Otras funciones conocidas del sueño en general son la eliminación de toxinas, los efectos positivos sobre la plasticidad cerebral y la memoria, la función metabólica y la función endocrina. Las personas con insomnio pueden mostrar déficits en algunas de las funciones mencionadas.
El insomnio es el trastorno de sueño más frecuente, guarda una estrecha relación con los hábitos y tiene repercusiones negativas durante la vigilia como somnolencia, fatiga, déficit cognitivo, cambios de humor, dolores de cabeza y afectación psicomotora (Sociedad Española del Sueño, 2016). Los insomnes que duermen menos de seis horas pueden presentar déficits cognitivos en tareas de atención complejas y consolidación de la memoria, lo que sugiere una disfunción de las áreas prefrontales del cerebro (Medrano Martínez & Ramos Platón, 2016). Por otra parte, el insomnio es considerado un factor de riesgo para trastornos psiquiátricos como la depresión (Sociedad Española del Sueño, 2016). Determinadas patologías del sueño como el insomnio pueden acelerar la progresión de las enfermedades neurodegenerativas (Malhotra, 2018). En este sentido, la ausencia de sueño podría estimular la muerte celular (Ripa, 2020). El insomnio no solo es perjudicial para la salud, puesto que se ha relacionado con casos de fracaso escolar en niños (Sociedad Española del Sueño, 2016).
Mensaje para llevarse a casa
El ser humano pasa un tercio de su vida durmiendo. Esto hace del sueño una función fundamental que no debe ser subestimada. El sueño podría estar implicado en el aprendizaje de las emociones básicas, en la consolidación de la memoria, en la eliminación de toxinas y en otras funciones del organismo. Por ello, patologías como el insomnio pueden tener efectos en nuestro día a día, no solo de forma inmediata como en el caso de la somnolencia, sino también a largo plazo (trastornos psiquiátricos, enfermedades neurodegenerativas, problemas metabólicos…).
Kafka, F., Galiano, P. F., & Bayal, G. H. (2009). La Metamorfosis. Madrid, España: Akal.
Iranzo, A., Stefani, A., Högl, B., & Santamaria, J. (2018). The insomnia of Franz Kafka. Sleep Medicine, 50, 24-28. Fuente
Malhotra, R. K. (2018). Neurodegenerative Disorders and Sleep. Sleep Medicine Clinics, 13(1), 63-70. Fuente
Medrano Martínez, P., & Ramos Platón, M. J. (2016). Alteraciones cognitivas y emocionales en el insomnio crónico. Revista de Neurología, 62(04), 170. Fuente
Ripa, J. (2020, 8 junio). Dentro del insomnio. Recuperado de Fuente
Sociedad Española del Sueño. (2016). Insomnio. Pautas de actuación y seguimiento. Recuperado 7 de julio de 2020. Fuente