“Aprende a tocar la guitarra como Jimi Hendrix en 3 días”, “habla polaco como un nativo en tan solo una semana”, “pierde 20 kilos en dos días”.
Estos sugerentes titulares no se corresponden con la realidad. Todos sabemos, pero a veces no recordamos, que la vida es muy diferente a lo que vemos en las películas. No existen recetas mágicas para aprender a tocar un instrumento, para hablar una lengua o para perder un cuarto del peso corporal en menos de una semana. Tampoco se es más inteligente escuchando la sonata K. 448 de Mozart. No obstante, hay que reconocer que resulta tentador. Por eso a veces silenciamos nuestro sentido común y permitimos que esos titulares funcionen.
El contenido basura funciona porque existe una tendencia a rechazar todo aquello que no ofrece información inmediata y fácil de digerir. Sin embargo, en el ámbito de la ciencia no existen las recetas mágicas: es necesario pasar horas leyendo y contrastando artículos para llegar, en el mejor de los casos, a una conclusión. Esto, entre otras cosas, puede explicar su poco éxito entre la población no científica.
Lo ideal sería que todos aprendiéramos a aceptar y a renunciar. Aceptar que la ciencia avanza al ritmo de la vida real, y no al de las películas. Renunciar a los contenidos que prometen la inteligencia suprema, el poliglotismo o el cuerpo del David de Miguel Ángel con poco esfuerzo. Una vez que consigamos aceptar lo primero y renunciar a lo segundo conseguiremos avanzar, quizá no más rápido, pero sí mejor.
Sin más dilación, hablemos de café. En este artículo hablo de los efectos a largo plazo del café, incluyendo beneficios y riesgos. La primera conclusión que podéis anotar es la siguiente: el café no es el santo grial, pero tampoco una bebida concebida en el averno. El lector no debe ir con la expectativa de que el café pueda acabar con la enfermedad en el mundo, o de que se haya descubierto un componente letal en su interior. Pero el lector puede ir con la expectativa de que aprenderá algunas cosas interesantes sobre una de las bebidas más consumidas en todo el mundo.
Radiografía del café
El café contiene mucho más que cafeína. A día de hoy se han identificado miles de sustancias químicas diferentes, de las cuales tan solo una treintena han sido estudiadas (Wikipedia contributors, 2020). Para la tranquilidad del lector, en este artículo solo se mencionarán aquellas que conocemos mejor y guardan alguna relación con los efectos del café sobre la salud a largo plazo.
- Los ácidos clorogénicos, que reciben su nombre no porque posean un átomo de cloro en su estructura, sino a partir del griego antiguo “chlorós” (verde). En efecto, los ácidos clorogénicos adquieren un color verdoso cuando se oxidan.
- La cafeína está presente en varias decenas de plantas diferentes. Se cree que al principio la cantidad de cafeína en estas plantas era ínfima. Gracias a la toxicidad que supone la cafeína para ciertos animales herbívoros pequeños como algunos insectos, estas plantas han favorecido a lo largo de su historia evolutiva la presencia de esta molécula (Nieber, 2017).
- Los diterpenos como el cafestol y el kahweol.
- Las melanoidinas, generadas al someter los alimentos a altas temperaturas, provocando una reacción (conocida como reacción de Maillard) entre los hidratos de carbono y ciertos aminoácidos (unidades que componen las proteínas). En el caso que nos ocupa, estas moléculas se generan durante el tueste de los granos de café.
- Los micronutrientes: vitamina B3 (niacina), vitamina E, potasio y magnesio.
- La trigonelina, que es el componente que dota al café de un sabor amargo.
Consumo de café diario: ¿es peligroso o beneficioso?
El café es hoy una de las bebidas más consumidas en todo el mundo (ver Figura 2). Sin embargo, esta bebida caliente no siempre ha gozado de una gran popularidad. Durante mucho tiempo se ha asociado su consumo a la aparición de patologías como el cáncer. No obstante, desde 2016 la Organización Mundial de la Salud ha eliminado el café de su lista negra (Baker, 2018). Basta realizar una consulta rápida en internet para constatar que hay un gran número de contradicciones. Esto es esperable, dado que el efecto del café no tiene por qué ser idéntico para todos los aspectos de la salud. Otras diferencias radican en la variabilidad metodológica existente entre los estudios. Entonces, ante tanta disparidad ¿cómo llegar a alguna conclusión?
El objetivo de este apartado es tratar de dar una respuesta satisfactoria a la pregunta. Para ello, ha sido necesario realizar un análisis de la literatura científica. Los resultados proceden principalmente de dos grandes compilaciones de meta-análisis (recopilaciones de diferentes trabajos que comparten el mismo objeto de estudio) y de otros estudios más pequeños. Estos dos meta-análisis han revisado otros muchos meta-análisis (y estos, a su vez, han comparado un gran número de artículos sobre los efectos del café). Dicho de otra forma, cada vez que se hace referencia a uno de estos dos estudios (Grosso et al., 2017, y Saeed et al., 2019) hay que tener en cuenta que no hay uno solo sino una gran cantidad de artículos detrás.
Consideraciones importantes sobre los resultados
El estudio de Grosso, Godos, Galvano, & Giovannucci (2017) se basa en una centena de meta-análisis, la mayoría observacionales, que comparan la aparición de diferentes enfermedades en función del nivel de consumo de café (reducido o elevado). Los autores han evaluado la heterogeneidad existente entre los estudios que han incluido: una heterogeneidad muy elevada indica unas diferencias metodológicas demasiado importantes como para comparar los resultados. Para el presente artículo han sido seleccionados aquellos resultados con un índice de heterogeneidad igual o menor al 25% (diferencias entre artículos no mayores del 25%), con el fin de presentar únicamente los resultados más consistentes. Asimismo, solo hemos considerado los resultados que presentan efectos considerables (igual o superior al 10%), aunque para simplificar la comprensión del artículo no se han incluido estos datos sobre la cuantificación exacta de los efectos.
Las explicaciones biológicas propuestas para los resultados encontrados son hipótesis. Estas no tienen por qué ser la única explicación posible, y algunos factores pueden no haberse tenido en cuenta.
Los beneficios potenciales del café
Los componentes del café como los ácidos clorogénicos, la cafeína, los diterpenos, la melanoidina y la trigonelina, tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias (Grosso et al., 2017; Saeed et al., 2019). Una prueba de ello es la reducción de marcadores de la inflamación (interleuquinas, TNF-α, TGF-β, interferón-γ) tras el consumo de café (Saeed et al., 2019). Las propiedades antioxidantes del café son más elevadas cuando el tiempo de tueste es menos importante (Grosso et al., 2017). Asimismo, el café tiene un efecto sobre la microbiota (microorganismos presentes en el cuerpo), favoreciendo la presencia de bifidobacterias, beneficiosas al disminuir la inflamación local (Grosso et al., 2017).
Cáncer
Según Grosso et al., 2017 y Saeed et al., 2019), las personas que consumen más café presentan un riesgo inferior de desarrollar cáncer colorrectal, hepático y de próstata. El café descafeinado también podría resultar beneficioso contra el cáncer colorrectal y de endometrio. Los resultados de 16 meta-análisis (Grosso et al., 2017) muestran que el efecto comienza a ser importante a partir del consumo de 4 tazas de café diarias. Estos 16 estudios han encontrado una reducción del riesgo de desarrollar otros tipos de cáncer (melanoma y cáncer de pecho). El cáncer se caracteriza por la acumulación mutaciones en el ADN, dando a una muerte celular demasiado reducida y a una proliferación de los tejidos exacerbada (entre otras características). La reducción del estrés oxidativo favorecida por los efectos antioxidantes del café podría facilitar la reparación del ADN dañado, la apoptosis (muerte celular) o disminuir la actividad proliferativa exacerbada (Grosso et al., 2017), procesos todos ellos antitumorales.
Patologías cardiovasculares
El café parece tener un efecto positivo sobre el sistema cardiovascular (Nieber, 2017). Según los estudios observacionales los sujetos que consumen más café presentan un riesgo menor de muerte tras infarto agudo de miocardio (Grosso et al., 2017). Los 16 estudios cuantitativos constatan que un consumo de 3-4 tazas al día podría dar lugar a una reducción óptima del riesgo de infarto, insuficiencia cardíaca y muerte asociada a problemas cardiovasculares (Grosso et al., 2017). Un consumo inferior o superior a 3-4 tazas se asocia a una reducción del riesgo menos importante (Nieber, 2017). El meta-análisis de Saeed et al. (2019) ha encontrado igualmente una reducción de la insuficiencia cardíaca asociada al consumo de café, pero concluye que el riesgo de infarto debe ser estudiado más en profundidad dadas las existentes contradicciones en la literatura. Una de las hipótesis para explicar los efectos positivos del café sobre el sistema cardiovascular es la reducción de la oxidación de la proteína de baja densidad (LDL, conocido comúnmente como el colesterol malo), lo que disminuiría la progresión de la ateroesclerosis o endurecimiento de las arterias (Nieber, 2017; Saeed et al., 2019).
Patologías del hígado
Otros resultados positivos que conciernen al hígado corresponden al riesgo de padecer cirrosis, una enfermedad consistente en la acumulación de fibras de colágeno en el hígado como consecuencia de una cicatrización tras un daño sufrido por el tejido hepático (debido al consumo de alcohol o a infecciones virales como la hepatitis B, C y D, entre otras causas). Las agrupaciones de fibras provocan la inflamación del tejido y terminan aislando diferentes partes del hígado, afectando a su funcionalidad. Según Grosso et al. (2017), Nieber (2017) y Saeed et al. (2019), el riesgo de padecer cirrosis podría verse reducido con el consumo de café. Estos efectos podrían explicarse gracias a las propiedades antiinflamatorias del café (Grosso et al., 2017; Saeed et al., 2019) o al efecto detoxificador del cafestol y el kahweol (Nieber, 2017).
Patologías metabólicas
El riesgo de padecer diabetes mellitus de tipo II podría verse reducido con el consumo de café (Grosso et al., 2017; Nieber., 2017; Saeed et al., 2019). Según los estudios cuantitativos, el riesgo de padecer diabetes de tipo II disminuye aproximadamente un 5% por cada taza de café consumida al día (Grosso et al., 2017). El café parece aumentar la sensibilidad a la insulina (Grosso et al., 2017; Nieber, 2017; Saeed et al., 2019), hormona encargada de disminuir el exceso de glucosa en sangre para mantener unos niveles adecuados. Asimismo, según Nieber (2017), los ácidos clorogénicos podrían inhibir la gluconeogénesis (síntesis de glucosa a partir de precursores que no son azúcares). El mecanismo no ha sido del todo dilucidado.
El café puede también ser beneficioso contra la obesidad (Saeed et al., 2019). Según este meta-análisis, los ácidos clorogénicos contenidos en el café reducen la inflamación gracias a su poder antioxidante, lo que a su vez reduciría los depósitos de grasa. Esto resulta en una disminución de los factores de riesgo de las enfermedades metabólicas (obesidad abdominal, hiperglucemia e hipertensión). Asimismo, este compuesto favorece la expresión de enzimas implicadas en el metabolismo, con efectos reductores de la dislipidemia (aumento de la concentración en sangre de lípidos).
Microorganismos
El café tiene propiedades antimicrobianas contra ciertos microorganismos patológicos como la bacteria Helicobacter pylori (potencial causante de infecciones estomacales) u hongos como Candida albicans (inhibición de su crecimiento causada por los ácidos clorogénicos). Asimismo, el café puede funcionar como prebiótico al favorecer el crecimiento de bacterias beneficiosas para el organismo en el intestino (como las bifidobacterias mencionadas previamente), mejorando así la actividad metabólica (Saeed et al., 2019).
Patologías asociadas al sistema nervioso y la salud mental
Los estudios de Grosso et al. (2017) y Saeed et al. (2019) ha encontrado una relación entre el consumo de café y la reducción de la aparición de la enfermedad de Alzheimer. La cafeína podría estar al origen de una disminución de la acumulación del péptido β-amiloide (Saeed et al., 2019), relacionado con la aparición de esta enfermedad neurodegenerativa (ver ¿Qué es exactamente el Alzheimer?).
El consumo de café está igualmente asociado con una disminución del riesgo de padecer Parkinson (Grosso et al., 2017; Saeed et al., 2019). Según los 16 meta-análisis cuantitativos, la reducción máxima del riesgo de padecer Parkinson se alcanzaría con 4 tazas de café diarias (Grosso et al., 2017). Las propiedades antiinflamatorias del café podrían explicar estos beneficios. La inflamación es un proceso implicado en el desarrollo del Parkinson, ya que favorece la agregación de la proteína α-sinucleína (ver ¿Qué es el Parkinson?). Otro mecanismo neuroprotector es la activación de la secreción de dopamina, principal neurotransmisor afectado en el Parkinson, por la cafeína (Grosso et al., 2017; Saeed et al., 2019).
De manera general, el café podría resultar beneficioso para las enfermedades neurodegenerativas gracias a sus efectos antioxidantes, asociados a la neurogénesis o generación de nuevas neuronas (Grosso et al., 2017; Saeed et al., 2019). Asimismo,según Saeed et al. (2019), la niacina (vitamina B3) contenida en el café podría estar asociada a una regeneración de axones y dendritas neuronales (Figura 3). El papel protector de la cafeína contra la neurodegeneración ha sido confirmado en estudios con modelos animales de Alzheimer y Parkinson (Saeed et al., 2019). Las personas que consumen más cafeína muestran, además, un menor riesgo de presentar déficits cognitivos (Grosso et al., 2017).
El estado de ánimo también puede verse positivamente afectado por el consumo de café (Seed et al., 2019). Asimismo, las personas que consumen más cafeína muestran un riesgo menor de desarrollar una depresión (Grosso et al., 2017). Esta relación es compleja: el consumo de cantidades crecientes de cafeína (hasta 400 mg o 4 tazas) se asocia con una reducción progresiva del riesgo de padecer una depresión. Por encima de cuatro tazas, estos efectos disminuyen hasta anularse por completo con un consumo 700 mg de cafeína (7 tazas). En esta linea, el consumo moderado de café se asocia a una disminución del riesgo de suicidio (Saeed et al., 2019). Un consumo por encima de 8 tazas se asocia a una tasa de suicidio mayor.
Otras patologías
De manera similar, el consumo de café parece disminuir el riesgo de padecer problemas de la vesícula biliar y una enfermedad renal crónica (Grosso et al., 2017), patología que afecta a la capacidad filtradora del riñón. El café puede ser igualmente beneficioso contra el dolor de cabeza (Saeed et al., 2019). En general, los estudios sobre el café (con o sin cafeína) muestran que su consumo correlaciona con una disminución de la tasa de mortalidad (Grosso et al., 2017; Saeed et al., 2019).
Los riesgos potenciales del café
Cáncer
Según Grosso et al., (2017), el consumo elevado de café está relacionado con un mayor riesgo de padecer cáncer de pulmón, de vejiga, y un tipo de leucemia que afecta a los niños (leucemia linfoblástica aguda infantil).
Embarazo
El consumo de café y el consumo de cafeína están asociados con un riesgo más elevado de aborto espontáneo o estar al origen de un bajo peso al nacer. Estos resultados podrían ser debidos a la cafeína, capaz de atravesar la barrera placentaria (Grosso et al., 2017). Otros estudios no han encontrado ninguna relación entre un consumo de café moderado y la aparición de problemas durante o tras el embarazo (Saeed et al., 2019)
Patologías metabólicas
Según Grosso et al. (2017) y Saeed et al. (2019), las personas que consumen más café muestran un incremento de los lípidos en sangre (colesterol y triglicéridos) y de la presión sanguínea. No obstante, hay que tener en cuenta que estos estudios no han evaluado el efecto del café a largo plazo, sino que varían desde 180 minutos tras el consumo de café hasta 12 semanas más tarde.
El meta-análisis de Saeed et al. (2019) ha encontrado un incremento de homocisteína en sangre relacionado con el consumo de café. Una presencia elevada de homocisteína en sangre puede desencadenar daños en el tejido vascular, inflamación, aterogénesis (infiltración de lípidos en las paredes de los vasos sanguíneos) e isquemia (disminución del riego sanguíneo en un tejido y, como consecuencia, del aporte de oxígeno). Según Saeed et al. (2019), la cafeína y el ácido clorogénico estarían al origen de la presencia elevada de homocisteína en sangre.
Otras patologías
Un consumo de café elevado podría estar asociado a la aparición de artritis reumatoide (Grosso et al., 2017), patología consistente en una inflamación, pérdida de movilidad y dolor de las extremidades. El café está igualmente relacionado con perturbaciones del sueño en algunas personas (Saeed et al., 2019). Según este meta-análisis, un consumo superior a 2,5 mg/día/kg de masa corporal puede dar a problemas de sueño y ansiedad en niños.
Limitaciones de los estudios sobre el café
La mayoría de los estudios sobre el café son observacionales, es decir, de carácter estadístico o demográfico. Esto facilita los seguimientos a largo plazo, pero existe un gran inconveniente: las relaciones de causalidad no pueden ser establecidas. Esto puede ser solucionado mediante ensayos controlados aleatorizados: a un grupo se le administra café y a otro una sustancia control neutra, y posteriormente se evalúan las consecuencias. La diferencia con los estudios observacionales es que no se trata de un seguimiento pasivo de las rutinas de los sujetos, sino que el experimentador controla las dosis y el resto de variables contextuales. Este tipo de pruebas permite sacar conclusiones acerca de la causalidad, permitiendo afirmaciones de tipo X mg de cafeína causan Y efecto (en lugar del ambiguo el consumo de café podría estar asociado a tal efecto). El inconveniente de estos ensayos es la dificultad de realizarlos durante largos periodos de tiempo, dificultando el estudio de sustancias a largo plazo.
La implementación de ensayos controlados aleatorizados podría solucionar varias limitaciones de los estudios analizados: por una parte, se reducirían las contradicciones en los resultados debidas al diseño experimental con la aplicación metódica de las mismas condiciones experimentales; por otra parte, dispondríamos de más información relativa a las diferentes dosis y sus efectos (recordemos que en este estudio la mayoría de resultados compara un consumo elevado con un consumo reducido, lo que puede generar ambigüedad). Los datos incluidos en el presente artículo relativos a las dosis provienen de un número reducido de estudios, por lo que es importante considerarlos desde una cierta distancia. En el futuro, convendría incluir información sobre las dosis.
La mayoría de los estudios incluidos en los meta-análisis seleccionados no presentan información sobre el origen, procesamiento y tueste de los granos de café utilizados, ni sobre los métodos empleados para la preparación del café. Esto puede suponer una limitación dado que es sabido que puede afectar a la composición del café (Saeed et al., 2019). Por ejemplo, el café filtrado presenta menos diterpenos que el café preparado mediante otros métodos. Los estudios futuros deberían considerar añadir esta información.
Los estudios que se han tratado no han considerado la posible existencia de polimorfismos genéticos (diferencias genéticas entre individuos de una misma especie) asociados al metabolismo de los diferentes componentes del café. De existir dichos polimorfismos, los beneficios y los riesgos podrían no ser aplicables a todos los perfiles genéticos. Asimismo, es esencial que en el futuro se consideren otras variables relacionadas con el café. Se ha constatado que un consumo elevado de café suele coincidir con hábitos poco saludables (consumo de alcohol, consumo de tabaco, inactividad física). Además, las personas tienden a subestimar la frecuencia de los hábitos poco saludables y a ser más realistas con aquellos socialmente aceptados (consumo de café), generando un gran sesgo a la hora de evaluar sus efectos. Por ejemplo, se ha encontrado que el consumo de café se asocia a un mayor riesgo a desarrollar un cáncer de pulmón, problemas ligados al parto o de presión sanguínea. Estos resultados podrían ser debidos al consumo de tabaco. Para aclarar esta ambigüedad, estas variables deberán tenerse en cuenta en el futuro.
Por último, es importante que el lector tenga en cuenta el sesgo de publicación, muy presente en estudios como los meta-análisis. Este sesgo consiste en limitar la publicación a los resultados significativos. Imagina, por ejemplo, que 100 laboratorios se interesan al efecto del café sobre el Alzheimer, de los cuales 95 no encuentran ninguna relación. Lo que le llega al lector son 5 publicaciones que indican un efecto del café sobre el Alzheimer, pero lo que no sabe es que el 95% no encontró nada. Por ello, es importante guardar un espíritu crítico y no absorber todo el contenido que se lee sin reflexionar y contrastar la información.
Mensaje para llevarse a casa
A pesar de las limitaciones descritas es posible sacar algunas cosas en claro. El café no debe tomarse como un remedio ante una infección bacteriana, ante una depresión o ante cualquiera de las enfermedades que parecen verse atenuadas por su consumo. En primer lugar, no hay que olvidar que la mayoría de resultados establecen correlaciones y no se sabe si detrás de éstas hay una relación de causalidad. Además, no hay ninguna noción sobre su nivel de eficacia.
El café puede formar parte de una dieta sana. Un consumo de tres a cuatro tazas al día no es perjudicial y podría acompañarse de ciertos beneficios para la salud a largo plazo: menor riesgo de desarrollar ciertos tipos cáncer, algunas enfermedades cardiovasculares, metabólicas, hepáticas y de salud mental. Los riesgos parecen ser mínimos en comparación con los efectos positivos. Además, el café descafeinado podría dar lugar a algunos de los beneficios mencionados. El efecto del café sobre la salud es una cuestión de hábitos. Añadir azúcar al café añade un riesgo adicional y anula los potenciales efectos beneficiosos sobre las enfermedades metabólicas y cardiovasculares.
Como has podido comprobar, la ciencia pocas veces da respuestas dicotómicas ante preguntas muy generales. La realidad es compleja. Es posible analizarla a través de las lentes de los beneficios y los riesgos, que nos muestra el mundo con colores vivos y cuya visión es tan cómoda como falsa; o a través de las lentes donde no hay beneficios y riesgos absolutos, mostrándonos un mundo de colores tenues y cuya visión puede incomodar pero es más real (Figura 4).
Baker, S. (2018, mayo 21). Verificación de datos: ¿produce cáncer el café? Recuperado 1 de mayo de 2020. Fuente
Grosso, G., Godos, J., Galvano, F., & Giovannucci, E. L. (2017). Coffee, Caffeine, and Health Outcomes: An Umbrella Review. Annual Review of Nutrition, 37(1), 131-156. Fuente
Iborio, E. (2017, noviembre 8). El David de Miguel Ángel - Michelangelo Buonarrotti. Recuperado 2 de mayo de 2020. Fuente
Neves, M. F., Trombin, V. G., Lopes, F. F., Kalaki, R., & Milan, P. (2011). World consumption of beverages. The orange juice business, 118. Fuente
Nieber, K. (2017). The Impact of Coffee on Health. Planta Medica, 83(16), 1256-1263. Fuente
Saeed, M., Naveed, M., BiBi, J., Ali Kamboh, A., Phil, L., & Chao, S. (2019). Potential nutraceutical and food additive properties and risks of coffee: a comprehensive overview. Critical Reviews in Food Science and Nutrition, 59(20), 3293-3319. Fuente
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