Imagina que un tren avanzara ante tus ojos hacia un grupo de personas atadas con fuerza a los raíles, entre las que se encontraran algunos familiares tuyos. Imagina que tienes en tu poder una palanca, y que al accionarla pudieras desviar el tren y conducirlo a tomar un carril en el que hay atadas el mismo número de personas, pero esta vez completamente desconocidas. ¿Accionarías la palanca, tomando la responsabilidad de las muertes pero salvando a tus familiares, o dejarías que el tren siguiera su curso inicial sin cargar con el peso de la catástrofe? Este planteamiento es una de las formas de interesarse por el razonamiento moral de las personas. No hay una respuesta única al dilema formulado. La pregunta que da título al presente artículo requiere una reflexión similar.
Como autor, me veo en la obligación de aclarar mi posición a favor de la experimentación animal en el ámbito de la medicina. Creo que esta toma de posición es importante ya que la selección de los argumentos a favor y en contra que se exponen podría estar involuntariamente sesgada, aunque he tratado de dar más importancia a los argumentos en contra ya que siempre es más interesante reflexionar sobre ideas que se oponen a las propias. La intención del artículo es invitar a la reflexión, y no tratar de convencer a los que no comparten la misma visión ni de complacer insustancialmente a los que a priori piensan como yo. El artículo trata únicamente del uso de los animales en la investigación con fines médicos, y se excluyen de la argumentación los animales utilizados con fines cosméticos, comerciales (productos de higiene o limpieza), o para el consumo.
Situación actual
Ha habido grandes progresos desde las vivisecciones realizadas por Claude Bernard, médico y biólogo del siglo XIX, quien pensaba que para comprender la función del organismo había que observarlo mientras funcionaba. En efecto, hoy en día se admite que esto no es necesariamente cierto. Sabemos que los animales son seres sensibles y existen una serie de condiciones que hay que cumplir para poder trabajar con animales (CNRS, 2020):
- Haber sido formado para la manipulación de animales respetando su bienestar.
- Los proyectos de investigación con animales deben ser aprobados por un comité ético.
- Los animales deben vivir en un lugar que garantice su bienestar y les permita explorar.
Además, la investigación con animales se basa en la regla de las tres R:
- Reducir: limitar el número de animales al mínimo posible.
- Refinar: ofrecer a los animales una buena calidad de vida, por ejemplo mediante la utilización de analgésicos o anestesia cuando se estime oportuno.
- Remplazar: siempre que sea posible, es importante utilizar otros métodos como los estudios in vitro, los modelos celulares o los modelos computacionales.
La ley protege a los peces, pájaros y mamíferos pero no se aplica a los insectos. En noviembre de 2008 la Unión Europea lanzó una directiva para mejorar las condiciones de los animales en la investigación. Uno de los cambios que se proponían era la consideración del bienestar de algunos invertebrados, fetos y larvas utilizados en la investigación, hasta entonces ignorados. Los animales utilizados con fines científicos deben provenir de proveedores aprobados y por cada establecimiento de investigación hay un veterinario asignado que realiza inspecciones regulares.
¿Por qué utilizar modelos animales en la investigación?
Es del todo razonable preguntarse por qué, existiendo métodos de estudio alternativos como las experiencias in vitro o los modelos computacionales, habría que seguir recurriendo a los animales. Lo cierto es que en determinadas ocasiones se utilizan estas otras alternativas, pero no siempre es posible simular la complejidad de un organismo o de una patología. Por ejemplo, a día de hoy no es posible simular mediante ordenadores el funcionamiento del cerebro humano. De la misma forma, si bien es posible estudiar ciertos aspectos del cáncer con modelos celulares, la complejidad de la patología exige la utilización de modelos animales para el estudio de procesos como la metástasis, para los cuales un cultivo celular podría resultar insuficiente. En palabras de Catherine Jessus, directora de investigación del CNRS hasta 2019, “renunciar a utilizar animales sería aceptar una medicina peligrosa, ciega e infractora de las leyes de bioética y del derecho internacional sobre los ensayos clínicos en el Hombre”. Personalmente, no considero que el argumento de las leyes sea válido puesto que la justicia evoluciona en mayor o menor consonancia con el pensamiento de la sociedad y no se trata de un razonamiento basado en la ética. En cuanto a la peligrosidad de una medicina que no utiliza animales, estoy completamente de acuerdo.
La utilización de modelos animales permite la observación de los organismos en todas las escalas: molécula, célula, órgano o sistema. Esto no sería posible con las alternativas existentes hoy en día. Ciertas prácticas como la estimulación cerebral profunda para tratar el Parkinson, no habrían podido ser desarrolladas si no hubiéramos investigado durante más de 20 años con modelos de primates no humanos (CNRS, 2020).
Los modelos animales que se utilizan en investigación son muy próximos biológicamente a los seres humanos. Por ejemplo, compartimos más del 98% de nuestro ADN con los ratones. Además, los animales utilizados en la investigación científica son susceptibles de tener los mismos problemas de salud que los humanos como el cáncer, la diabetes, o ciertos problemas cardíacos. Esto, sumado al hecho de que los animales tienen un ciclo de vida corto y pueden ser estudiados a lo largo de varias generaciones, hace de los animales modelos óptimos para investigar (Stanford Medicine, s. f.).
Además de los argumentos a favor de la investigación con animales de carácter práctico, el estudio de Nordgren (2002) analiza la cuestión desde un punto de vista filosófico y trata de dar una respuesta sobre la ética de utilizar animales para el beneficio del ser humano. Ciertos estudios empíricos muestran que los seres humanos tienden a mostrar obligaciones morales más fuertes hacia sus parientes más cercanos que hacia desconocidos. Por ejemplo, en dilemas similares al planteado al principio del artículo, la gente tiende a salvar a los familiares con más frecuencia que a los desconocidos. De la misma forma, los estudios empíricos muestran que el ser humano siente obligaciones morales mayores hacia otros humanos que hacia animales no humanos. Esto, según se explica en el artículo de Nordgren, estaría relacionado con la teoría de la evolución.
Los comportamientos altruistas y las obligaciones morales hacia los seres vivos más próximos garantizarían de forma más directa el éxito evolutivo y la propagación de los genes propios que si estos mismos comportamientos fueran dirigidos a seres vivos de parentesco más lejano, con quienes tenemos menos genes en común. Esto es así porque al beneficiar a un ser vivo que tiene muchos genes en común con nosotros facilitamos su éxito evolutivo, aumentando la presencia de estos genes en el mundo. Por su parte, beneficiar a seres vivos de parentesco más lejano tan solo sería ventajoso si los comportamientos altruistas fueran mutuos.
Este tipo de razonamiento sobre nuestra inclinación a beneficiar a nuestros familiares más cercanos, a nuestra especie, puede explicar en parte el establecimiento de jerarquías y la posibilidad de justificar la utilización de otra especie para el beneficio de la propia. Este argumento, sin embargo, no justifica todo tipo de investigación animal sin excepción. Lewis Petrinovich, psicólogo y uno de los defensores de esta visión, explica que la utilización de animales en investigación debe ser analizada caso por caso, y rechaza la idea de que siempre debamos tener obligaciones morales hacia el ser humano mayores que hacia otros animales. Según Petrinovich, “los intereses de los miembros de nuestra propia especie deben triunfar sobre los intereses de otras especies […]. Esto quiere decir que los intereses del ser humano deben entenderse como mejores cartas en cualquier juego en el que los costes y los beneficios deben tomarse en consideración”.
El argumento filosófico basado en la teoría de la evolución no es en absoluto una razón definitiva, puesto que tan solo se trata de una interpretación de la misma. De hecho, como se verá, la teoría de la evolución es también la base de un argumento en contra de la experimentación con animales. Tan solo se trata de una reflexión que puede ayudarnos a entender nuestra inclinación a beneficiar nuestra especie a costa de otras. La validez de este argumento implica la asunción de varias premisas básicas como que el razonamiento ético no es puramente racional y que puede ser el resultado de un análisis subjetivo de los sentimientos de obligación moral (entre otros). La no aceptación de alguna de las premisas invalida este argumento. Por ejemplo, podría pensarse que la ética poco tiene que ver con nuestro deseo de favorecer a nuestros parientes más próximos, ya que para razonar correctamente habría que abstraerse por completo y utilizar únicamente la razón. Por último, es importante aclarar que Petrinovich en ningún momento afirma que la ética se derive directamente de la teoría de la evolución, puesto que esto le haría incurrir en la falacia naturalista. Para el psicólogo, la teoría de la evolución tan solo apoya los razonamientos éticos que favorecen a la propia especie.
Aclaración: la falacia naturalista consiste en reducir lo que es "bueno" a propiedades naturales como "deseable", "placentero" o "más evolucionado". Se comete la falacia naturalista cuando se afirma que algo es bueno porque existe. Esta relacionada con el problema filosófico "ser-deber ser", consistente en hacer afirmaciones normativas a partir de afirmaciones descriptivas. En el caso que nos ocupa, la falacia naturalista podría tomar la siguiente forma: "el ser humano beneficia o perjudica a su propia o a otras especies utilizando un criterio de parentesco o distancia genética; esto ocurre así, por lo que utilizar ratones para beneficiar al hombre es algo bueno".Argumentos en contra de la experimentación con animales
No son pocos los argumentos que se oponen a la utilización de animales en la investigación. En el libro de Garrett (2012) se explica que los argumentos en contra de la investigación utilizando animales toman dos formas:
- La mayoría de los experimentos con animales no son justificables desde un punto de vista utilitario.
- Los animales utilizados en la experimentación poseen exactamente las mismas propiedades que confieren derechos a los seres humanos, por lo que experimentar con animales está mal ya que supone una violación de sus derechos. El hecho de que los animales utilizados para la experimentación no den su consentimiento y no tengan la posibilidad de no participar respalda este argumento.
Otro argumento utilizado para oponerse a la experimentación animal es el del trato a los animales. Según los detractores de la investigación con animales estas prácticas pueden llegar a ser crueles e inhumanas, aludiendo a la privación forzada de alimentos, agua o sueño, la aplicación de descargas eléctricas o la generación de modelos animales de enfermedades (forzando la aparición de tumores o de neurodegeneración, por ejemplo). La experimentación más polémica es aquella que estudia la toxicidad de los productos, por ejemplo cuando se calcula la dosis media letal de un producto, que es la cantidad de producto necesaria para causar la muerte al 50% de los animales en un tiempo determinado (Lone Star College, s. f.). No obstante, la prueba de la dosis letal media está siendo progresivamente remplazada por el procedimiento de dosis fija (Colaboradores de Wikipedia, 2020), consistente en la aplicación de varias dosis del producto para determinar cuál de ellas produce toxicidad sin alcanzar la letalidad.
En la linea del argumento anterior, el profesor de psicología John P. Gluck afirma que uno de los problemas de la investigación con animales es la falta de autoevaluación del experimentador y sus motivos para investigar, así como la negación del sufrimiento animal (BBC Ethics, s. f.). Por ello, Gluck propone a los investigadores que trabajan con animales realizar una reflexión ética de sus prácticas, una evaluación de los motivos de la investigación, y un reconocimiento del sufrimiento animal.
Un argumento comúnmente referido contra la investigación con animales consiste en afirmar que el daño causado durante la investigación con animales no compensa los beneficios producidos por la misma. La validez de este argumento es difícil de evaluar cuando se tiene en cuenta únicamente la investigación científica con fines sanitarios, puesto que habría que cuantificar el daño y los beneficios, y esto puede dar lugar a diferencias tan subjetivas que el mismo argumento a la inversa podría ser utilizado por los defensores de la investigación animal. ¿Sería mejor un mundo sin utilizar animales en la investigación y sin todo lo que se ha conseguido en el ámbito de la medicina? Prohibir la experimentación con animales supondría acabar con la producción de nuevos medicamentos y la necesidad de probar la toxicidad de las sustancias directamente en humanos (BBC Ethics, s. f.). Para los defensores más arraigados de la argumentación del daño, la cantidad de seres humanos que se beneficien de la investigación con animales no tiene ninguna importancia, puesto que al ser violados los derechos de los animales, los daños y los beneficios no son ni siquiera comparables (Lone Star College, s. f.).
Según el razonamiento de los actos y las omisiones, se le atribuye una mayor responsabilidad moral a los actos que son realizados que a aquellos cuya realización se omite deliberadamente. Por ejemplo, se le atribuye una mayor responsabilidad moral a la persona que provoca un incendio de una casa acabando con la vida de sus habitantes que a la persona que no realiza ninguna acción para salvar a los habitantes de una casa incendiada por un tercero. En el contexto de la experimentación animal, una crítica análoga consiste en atribuir una mayor responsabilidad moral a los científicos que hacen sufrir a los animales que a aquellos que se oponen a experimentar con animales aunque ello suponga una traba para el desarrollo de un medicamento que podría salvar a una gran cantidad de personas enfermas.
Por último, de la misma forma que la teoría de la evolución puede ser utilizada como argumento a favor de la investigación con animales, una interpretación diferente puede estar al origen de un argumento en contra (Nordgren, 2002). La teoría de la evolución se opone a la idea de “dignidad humana especial” que defiende que los humanos deben ser tratados de forma diferente que los individuos de otra especie por el mero hecho de ser humanos. En efecto, según la teoría de la evolución los humanos y el resto de animales no son completamente diferentes y comparten características heredadas de ancestros comunes. Por tanto, el argumento tomaría la siguiente forma: no siendo los humanos y los animales radicalmente diferentes, el hecho de que los humanos posean ciertas características que justifican que se les trate de una forma particular implica que aquellos animales que posean estas mismas características deberían ser tratados de la misma forma. Una de las características que podrían considerarse es el hecho de sentir dolor o de poseer vidas biográficas (caracterizadas por una historia, personalidad, acciones, intereses y relaciones). Algunos animales no poseen este tipo de vida (insectos, crustáceos) pero otros sí y por tanto deberían ser tenidos en cuenta. Además, la teoría de la evolución va en el sentido de un individualismo moral: los individuos deben ser tratados en base a sus características individuales, y no en base a su pertenencia a un grupo (especie).
Mensaje para llevarse a casa
En los últimos años se han hecho muchos progresos en la investigación con animales puesto que la idea de que son seres sensibles ha ido ganando cada vez más terreno. Los derechos de los animales y su bienestar son prioridades en la investigación. A pesar de medidas como las tres R (reducir, refinar, remplazar), estamos lejos de alcanzar un consenso en la toma de una posición con respecto a la utilización de animales en la investigación. Existen opiniones completamente en contra de la investigación con animales, opiniones completamente a favor, y posiciones intermedias que solo justifican ciertos proyectos.
Los argumentos en contra se basan en el hecho de que los derechos de los animales son violados cuando estos son utilizados, en la crueldad de ciertas prácticas y la negación del sufrimiento animal, en el balance de daños y beneficios insatisfactorio, en la responsabilidad moral mayor al utilizarlos que al no utilizarlos, y en las semejanzas que existen entre los humanos y el resto de animales que no justifican un trato diferente. Las soluciones que proponen los detractores de la investigación con animales son utilizar métodos alternativos (in vitro, modelos celulares o computacionales) o sencillamente prescindir de los aportes de la investigación con todas sus consecuencias.
En cuanto a los argumentos utilizados por los defensores de la investigación animal se encuentra la imposibilidad de simular ciertos órganos y ciertas patologías sin modelos animales, lo práctico de utilizar animales dadas las similitudes genéticas y patológicas así como los ciclos de vida más cortos que permiten abarcar varias generaciones en un solo estudio, y la obligación moral sentida en función del parentesco evolutivo que daría por “bueno” aquello que favorece a la propia especie por encima de las otras. Debemos mucho a la medicina que hasta la fecha se ha practicado con animales. Erradicar estas prácticas supondría el fin del desarrollo de nuevos medicamentos.
El tema de la investigación con animales es una fuente de controversia y debates acalorados. Una de las causas de la polémica es la búsqueda de argumentos definitivos y generalizables a todos los casos. Quizá la posición más sensata sea la de tomar cada caso de forma separada, de forma similar a como ocurre hoy en día en el mundo de la investigación con los comités éticos que evalúan cada proyecto antes de aprobarlo o rechazarlo.
BBC Ethics. (s. f.). Animal ethics: Experimenting on animals. Recuperado 19 de julio de 2020. Fuente
CNRS. (2020, 8 junio). Modèles animaux : une recherche éthique. Recuperado 18 de julio de 2020. Fuente
Colaboradores de Wikipedia. (2020, 5 junio). Dosis letal media. Recuperado 19 de julio de 2020. Fuente
Garrett, J. R. (2012). The Ethics of Animal Research. Amsterdam, Países Bajos: Amsterdam University Press.
Lone Star College. (s. f.). Save the Animals: Stop Animal Testing. Recuperado 19 de julio de 2020. Fuente
Nordgren, A. (2002). Animal experimentation: pro and con arguments using the theory of evolution. Medicine, Health Care and Philosophy, 5(1), 23-31. Fuente
Stanford Medicine. (s. f.). Why Animal Research? Recuperado 19 de julio de 2020. Fuente